Esta entrada trata de un caso de real sobre una depresión que sufrio una persona tras una esquizofrenia.
El paciente es un hombre de 24 años que vive solo, con un subsidio social. Hasta hace un año trabajó como empleado en un banco importante.
Motivo
de consulta:
Fue
reinternado en un hospital psiquiátrico porque en los últimos dos
meses se había deprimido. Se encerraba en su departamento y cuando
su padre fue a visitarlo encontró una soga sobre la mesa, y el
paciente admitió que planeaba ahorcarse. Su padre lo llevó
inmediatamente al hospital psiquiátrico y lo ingresó nuevamente.
Cinco
meses antes había estado internado en el mismo hospital por un
episodio psicótico. Durante el año anterior se había vuelto
progresivamente introvertido y se recluía. Dijo que tenía la
sensación de que sus compañeros de trabajo lo vigilaban y hablaban
de él a sus espaldas. Tenía dificultad para concentrarse y a menudo
se retiraba por mucho tiempo al baño. En la calle la gente lo miraba
de manera poco usual y tenía la impresión de que lo creían
homosexual. Sentía que su teléfono estaba intervenido. Cuando
estaba en su departamento escuchaba a sus vecinos de ambos lados
hablar acerca de lo que él hacía y pensaban “ahora está yendo
nuevamente al baño -seguro que es homosexual- trataremos de
deshacernos de él”. Eventualmente dejó de ir al trabajo y fue
despedido. Después de ello se recluyó en su departamento y sólo
salía de noche. Tenía la sensación de que sus vecinos trataban de
molestarlo, enviando corrientes eléctricas que afectaban sus
genitales, por lo que finalmente se mudó a un hotel. Aún allí oía
las voces de los vecinos y sentía la influencia de la electricidad
que mandaban; finalmente fue a la policía. Llamaron a su padre quien
manifestó haber estado preocupado por su hijo desde hacía tiempo.
Dijo que éste se había vuelto tan poco comunicativo que se negaba a
contestar el teléfono.
Su
padre lo llevó al hospital y fue internado de urgencia. En el
hospital se lo trató con haloperidol (6 mg./día) y después de un
mes mejoró como para ser dado alta. Continuó en tratamiento
ambulatorio con haloperidol (3 mg/día) y pudo continuar viviendo
solo en su departamento con un subsidio social. Aún oía voces que
hablaban de él casi a diario pero ahora se daba cuenta de que eran
parte de su enfermedad y no le daba demasiada importancia. Nada lo
entusiasmaba y pasaba gran parte del tiempo sin hacer nada, mirando
por la ventana, o fumando. Concurría regularmente a sus citas de
seguimiento y tomaba sus medicamentos según prescripción médica.
Según su ficha de evaluación aparecía apático e hipoafectivo,
pero aparte de eso, se lo veía en estado de remisión. Para tratar
efectos colaterales, recibía biperideno (4mg /día).
Antecedentes:
El
paciente nació y creció en una ciudad donde su padre era contador
en una compañía importante. Era el tercero de tres hermanos.
Después de terminar la escuela secundaria optó por la carrera
comercial y comenzó a trabajar en un banco. No era ambicioso y se
contentaba con ser empleado. Había sido buen alumno en la escuela y
tenía muchos amigos con los que se mantuvo en contacto los primeros
años después de finalizarla. Mas adelante se apartó de sus amigos
y cada vez se encerró más en sí mismo. Al terminar la escuela
salió con una chica, pero luego perdió interés, y ella lo dejó
por otro. Después de ello no tuvo más interés en conocer otras
mujeres. En el banco era un empleado responsable aunque tenía una
peculiar falta de ambición e interés. Trabajaba mecánicamente y a
veces los clientes se quejaban de que no entendía lo que le pedían.
Su padre había notado el cambio y su familia había tratado de
sacarlo de su aislamiento. Debido a que respondió agresivamente lo
dejaron solo aunque se mantuvieron en contacto por teléfono. Los
últimos años el paciente había vivido solo.
Datos
Actuales:
Al
ser internado por segunda vez, se lo notó moderadamente deprimido.
Contestaba en forma dubitativa y con frases cortadas, y admitió que
hacía tiempo que pensaba en suicidarse pues creía que su situación
no tenía esperanza. Admitió que desde hace tiempo no se interesaba
por nada, no sentía placer por ninguna actividad y no se tenía
confianza. Recientemente su sueño se había visto alterado, y se
despertaba muy temprano. No tenía mucho apetito y había perdido
algo de peso. Aún oía las voces que lo aludían pero no tan
frecuentemente, y aseguró que ya no les prestaba tanta atención. Se
dio cuenta de que tenía una enfermedad mental pero no pensaba en
ella y no la usaba como excusa para sentirse desamparado.
El
examen físico, incluyendo el neurológico no revelaron
anormalidades. En su internación previa le habían realizado pruebas
EEG y ET, las que resultaron normales y no se consideró necesario
repetirlas en la segunda internación. Las pruebas de laboratorio de
rutina fueron normales.
Discusión:
Al
ser reinternado el paciente presentaba un trastorno depresivo que
reunía los criterios para un episodio depresivo moderado: con humor
depresivo, pérdida de interés y placer, baja confianza en sí
mismo, pensamientos suicidas recurrentes, dificultad para pensar (probablemente debido a discreta inhibición psicomotriz),
perturbación del sueño y pérdida de peso por disminución del
apetito. El episodio depresivo apareció cinco meses después de
haber sido internado por primera vez con signos de trastorno
esquizofrénico, manifestado por voces que comentaban sus actos,
experiencias somáticas pasivas, delirio de perjuicio y retraimiento
social, los que se desarrollaron insidiosamente mas allá de los
últimos seis meses. No había evidencia de tratorno cerebral
orgánico o de abuso de sustancias psicoactivas. En su primera
internación sus síntomas coincidían con los de una esquizofrenia
paranoide. Al ser tratado con haloperidol obtuvo una remisión
parcial, aunque aún sentía la presencia de voces y tenía síntomas
negativos como falta de iniciativa, embotamiento afectivo y
retraimiento social. Al aparecer un episodio depresivo moderadamente
severo dentro de los doce meses posteriores al diagnóstico de
esquizofrenia, el episodio actual responde a los criterios
diagnósticos para depresión post-esquizofrénica. Es de
notar que el paciente demostró tener cierta conciencia de
enfermedad, respecto de su esquizofrenia, pero no consideraba que
tuviera relación con su actual depresión. Nosotros, en cambio, sí
la vemos como una manifestación esquizofrénica.
Siguen impresionandome muchisimo los casos reales, parece mentira, dos personas tan diferentes...
ResponderEliminarperdon, pero quien está autorizado a darte un diagnóstico como este? Se lo han dando a alguien que yo conozco, es adulto y se lo hizo un pediatra....¿de de verdad un médico no especialista en enfermedades mentales puede decir que una persona tiene esquizofrenia y además que su depresión es post esquizofrenia (era la primera vez que atendía al paciente)???
ResponderEliminarno estoy seguro de la facultad de cualquier medico para dar este tipo de diagnosticos, pero se que debe regirse minimo bajo unos parametros por los que tanto medicos, psiquiatras y psicologos nos regimos para dar este tipo de diagnosticos asi pues es importante siempre tener una segunda opinion , me ocurrio un caso similar con un amigo y la verdad la depresio post-esquizofrenia que le diagnostico un medico fue un mal diagnostico y mal diagnosticar puede ser peligroso
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