jueves, 25 de octubre de 2012

Avances científicos en la esquizofrenia

Se cree que estos avances acelerarán la comprensión de la enfermedad y el desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos.


Unos científicos han descubierto una importante similaridad entre los fallos genéticos que hay tras la esquizofrenia y la depresión maníaca, en un avance que se espera abra el camino hacia nuevos tratamientos para la depresión y la esquizofrenia tan comunes y que afectan a millones de personas. Ya que hasta ahora, los médicos habían dado por hecho que las dos enfermedades eran bastante diferentes, pero esta nueva investigación indica, por primera vez, que ambas tienen una base genética común que conduce a las personas al desarrollo de una u otra dolencia.
Tres estudios internacionales diferentes investigaron la base genética de la esquizofrenia mediante el análisis de unos 15.000 pacientes y cerca de 50.000 sujetos sanos para averiguar que miles de diminutas mutaciones genéticas (conocidas como polimorfismos de un solo nucleótido ,SNP, por sus siglas en inglés) funcionan incrementando el riesgo de desarrollar la enfermedad.


El equipo, que publica su investigación en la revista 'Nature', aisló células de la piel de cuatro esquizofrénicos. Utilizando las técnicas dereprogramación las convirtieron en células pluripotenciales inducidas, que se caracterizan porque se pueden transformar en cualquier tipo celular del organismo (ya sean neuronas, hepatocitos....) y las cultivaron para que se transformaran en neuronas. Esta técnica permite retroceder en el tiempo y llevar células adultas a un estado similar al de las células madre embrionarias. Más tarde repitieron el mismo proceso con personas sanas y después, compararon las neuronas conseguidas de unos “Encontramos que las neuronas de los esquizofrénicos eran diferentes y se conectaban peor entre sí", indica Kristen Brennand, otra de las autoras.
Cada mutación por sí sola incrementa alrededor de un 0,2% el riesgo de desarrollar esquizofrenia, pero colectivamente se observó que son responsables de al menos un tercio del riesgo total de desarrollar la enfermedad. Se sabe que la enfermedad tiene un fuerte componente hereditario, alrededor de un 80% del riesgo total, pero también está influenciada por la educación y el entorno.
También aprovecharon este modelo, que es la primera vez que se consigue de una enfermedad mental compleja, para probar la eficacia de los fármacos. Tras administrar diversos antipsicóticos descubrieron que sólo loxapina aumentaba la capacidad de las neuronas para establecer conexiones con sus vecinas y también afectaba a la actividad de varios genes "Los fármacos para la esquizofrenia tienen más beneficios de los que pensamos. Pero por primera vez tenemos un modelo que nos permite estudiar cómo funcionan en vivo y empezar a correlacionar los efectos de la medicación con los síntomas", explican los autores.

No obstante uno de los descubrimientos más sorprendentes derivado de los tres estudios fue que el mismo conjunto de variaciones genéticas en los SNP estaba también relacionado con el trastorno bipolar, algo que contradice la ortodoxia psiquiátrica para la que ambas enfermedades son clínicamente distintas. Los resultados suponen un hito en la comprensión tanto de la esquizofrenia como de la depresión maníaca (también conocida como trastorno bipolar) los que podría conducir finalmente a nuevas formas de prevención y tratamiento de estas enfermedades.

Thomas Insel, director del US National Institute for Mental Health de Bethesda, Maryland, que financió parte de los estudios dijo "Si tras la esquizofrenia y el trastorno bipolar están algunos de los mismos riesgos genéticos, quizá estos trastornos se originan a partir alguna vulnerabilidad común en el desarrollo del cerebro”.
Aunque los estudios sobre la esquizofrenia de momento solo han identificado un puñado de las miles de variaciones genéticas implicadas en la enfermedad mental, los científicos creen que representa un avance que acelerará la comprensión de la enfermedad y el desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos.

Los tres estudios, publicados en la revista Nature, han sido posibles gracias a los avances técnicos en el análisis del genoma de los pacientes, que permite a los científicos observar grandes cantidades de ADN para realizar comparaciones entre los pacientes y las personas sanas utilizadas como "control".


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